Magdalena: del deseo como privilegio
Publicado originalmente en Facción Latina
Entre cánticos, banderas, abrazos, fotos, entrevistas, ramos de flores listos para la ofrenda a las guerrilleras de Villa Coronilla, comenzaba oficialmente el Segundo Encuentro Latinoamericano de Mujeres. En el centro de la Plaza Central 14 de Septiembre, en Cochabamba, Bolivia, las referentes principales de los más de 16 países participantes tomaban el micrófono para darnos mutuamente la bienvenida.
Un espíritu de festejo, bienvenida y lucha inundaban los pecho, de par en par, contagiados en plena sororidad. Entre tanto, unas palabras anclaron el entusiasmo compartido: despatriarcalizacion y descolonización. ELLA 2015 a penas estaba en su inauguración y ya se invocaban los ejes que hacen la lucha de miles de activistas en toda Latinoamérica, eje que nos representan y nos llaman día a día.
La voz de Magdalena Fabbri, coordinadora de Organizando Trans Diversidad (Chile), nos invitaba a cuestionar nuestros privilegios de sexo, género, clase y raza, hacia un más allá del nosotras hegemónico, para avanzar en la construcción de agendas específicas.
La busqué en lo inmediato, y fui con las preguntas que me acompañarían todo el encuentro: ¿qué es una agenda del movimiento de mujeres? ¿y una agenda feminista? ¿cómo se piensan estás estrategias desde cada pliegue identitario?
Mujer trans, persona trans, travesti: Magdalena iba de una categoría a otra cada vez que la cruzaba; el diálogo siempre estaba tomado desde una primera persona casi imposible, la trayectoria de vida pansexual. Fugitiva de toda categoría y con una estética preparada para la subversión, más allá del cuerpo y del género, cree firmemente que el deseo todo lo define, haciendo del cuerpo una experiencia definida según los momentos históricos en la vida de cada quien.
Su experiencia de transgenerización está trazada sobre la vida límite del suicidio y la angustia, y fundamentalmente, sobre la autocrítica de cada privilegio con la que fue socializadx. Ello le ha posibilitado vivir en carne propia los diferentes escalafones que separan masculinidad de feminidad dentro de las jerarquías de sexo, género y deseo. En todo este recorrido, afirma, las identidades más periféricas (travesti, transgenero, transexual, intersexual) padecen de una invisibilidad sistemática, a veces procurada por la burocracia homosexual, a veces efecto de las mismas estrategias que esas poblaciones tienen a su alcance.
Confirma: “al movimiento trans, sea por la autogestión, por el anarquismo o por la disidencia, siempre se nos dificulta pensar agendas, cuando estamos obligadas a pensarlas; es un desafío de las personas trans el poder pensarlas de forma conjuntas y hacer que el movimiento de mujeres o el feminismo las incluya de una buena vez”.
Magdalena insiste en que las identidades disidentes, incluso las identidades trans, continúan presas de los binarismos de la heterosexualidad obligatoria; cuestión que puede ser legitima si nos guiamos por los deseos de reconocimiento que inundan toda experiencia de vida. Para ella, el desafío político es ir más allá de las orillas a las cuales vamos arribando y nos ofrecen comodidad, porque no todxs tenemos al alcance las garantías y posibilidades para hacerlo.
“No podemos habitar una orientación sexual sin politizarla” afirma, e insiste que cada experiencia trans es una oportunidad para correr los márgenes que enlazan de manera binaria y direccional los pliegues del cuerpo con el deseo, el género, la genitalidad, y otras trayectorias ontológicas.
¿Qué es una agenda feminista o de mujeres? No definirla, es para ella, la mejor respuesta. Dejar la puerta abierta a todas las tácticas que sean necesarias para ir derribando las jerarquías de sexo y género. Sabiendo de los márgenes utópicos de esas propuestas, su estrategia es revisar cuales son los privilegios que, en su ejercicio, pueden estar coartando las vías del deseo en las experiencias de otrxs compañerxs.