Discurso OTD en lanzamiento de revista Le Trans
A continuación les dejamos el discurso leído por Michel Riquelme, en representación de la Asociación OTD, el día jueves 27 de agosto en el lanzamiento de la revista Le Trans, primera revista impresa de temática transgénero en Chile. Tras la ovación de las más 80 personas asistentes a la inauguración, nos han solicitado que podamos difundirlo.
Muy buenas tardes. Este es un día colmado de emoción para todes nosotres. Cuando constituimos la Asociación OTD Chile en una notaría del centro de Santiago, sabíamos que por delante se nos venía un enorme trabajo, y esta ceremonia es un paso importante en el proceso de construcción y fortalecimiento de nuestra organización, así como para la consecución de nuestros objetivos.
Como hemos consignado respecto de nuestro trabajo, este se enfoca en «desarrollar los derechos humanos y el bienestar de nuestra comunidad, mediante el empoderamiento, la organización comunitaria y la incidencia política». Quiero dedicar algunas palabras a desarrollar estas ideas.
Cuando hablamos de derechos humanos, nos referimos a una convención política y cultural cuyo principal propósito es garantizar la igualdad, la libertad y la dignidad de todas las personas en sociedades democráticas. Primero aparecieron los derechos civiles y políticos; luego, los derechos económicos, sociales y culturales. Por último, también se empezó a comprender la importancia del cuidado del medioambiente, ya que —como sostenemos los pueblos de América— tenemos una Madre Tierra que, a menos que avancemos hacia un nuevo paradigma de desarrollo sustentable, podría verse tan perjudicada que no sea capaz de albergarnos por mucho tiempo más.
Los derechos humanos, sin embargo, son objeto de una continua conquista, mediante la organización y la lucha de sectores por siempre postergados. Las mujeres, la población campesina, los pueblos indígenas, las capas más desposeídas de la sociedad, las personas en situación de discapacidad, las personas no heterosexuales, las personas trans e intersex, en fin, un sinnúmero de sectores ha tenido que diagnosticar diversos y complejos mecanismos de exclusión, discriminación y violencias para poder articularse y demandar cambios.
En nuestro caso, como personas transgénero e intersexuales, en toda nuestra diversidad —que no es susceptible de ser restringida a una cantidad limitada de categorías o etiquetas—, constituimos uno de los segmentos más oprimidos, debido a la constante producción y reproducción de la ideología patriarcal en sus múltiples formas: cisexismo, binarismo de género, sexismo, machismo, misoginia, transfobia.
Las personas trans desafiamos el mal llamado «sentido común» que diagnostica e impone un género binario y rígido de manera arbitraria según lo que tengamos entre las piernas al momento de nacer. Las personas intersex enfrentan incluso una mutilación aun siendo recién nacidas, todo por la obsesión que existe con el binarismo de género, mediante un lamentable y triste protocolo médico que a estas alturas debería considerarse tortura y, como tal, un trato cruel, inhumano y degradante.
Nuestra lucha parte en el conocimiento y el reconocimiento de nuestra propia identidad: ¿quiénes somos realmente? En un contexto sociocultural que ha naturalizado el «ser hombre» o el «ser mujer» como una condición biológica, que no la es, el pararse y decir «No soy lo que me dijeron que soy» es siempre el comienzo de una lucha que se emprende para toda la vida, llena de dificultades y amarguras, pero es también el comienzo de un camino que puede estar lleno de amor, compañerismo y empoderamiento.
Nos empoderamos cuando construimos comunidad, al abrir espacios e instancias para soltar los nudos que nos ató el entorno cuando desafiamos la norma de género, nudos que en un momento recorrieron nuestros cuerpos y nos colmaron de pena.
En OTD Chile comenzamos con los grupos de encuentro, en donde las personas trans, junto con sus familiares, parejas y amigues, pueden asistir para ir de a poco desatando los nudos y, en su lugar, hacerse más fuertes, adquirir herramientas y empezar a habitar un mundo cada día más libre. Liberándonos de los prejuicios nos podemos liberar del miedo. Liberándonos del miedo podemos conquistar derechos.
Respecto de trabajo comunitario, además, se vienen muchos más proyectos para el futuro. Con una decidida apuesta por la cultura y las artes, en unos meses más tendremos varios talleres para nuestra comunidad, porque creemos que el arte debe ser instrumento para y expresión del cambio social que anhelamos.
La incidencia política también es una de las líneas centrales de nuestro trabajo. Vivimos bajo un ordenamiento jurídico que, hasta la promulgación —en 2012— de la ley que establece medidas contra la discriminación, no tenía en cuenta nuestra realidad en ninguna línea de legislación. Sabemos, no obstante, que aún falta mucho camino por recorrer.
En este sentido, uno de las principales luchas que estamos dando —sin duda la más emblemática— es el proyecto de Ley de Identidad de Género. Bajo la consigna «Mi identidad, mi derecho», hemos logrado que se someta a discusión el proyecto que reconoce el derecho a la identidad de género y establece un mecanismo jurídico para garantizar su cumplimiento. Hemos conformado una alianza estratégica con otras organizaciones, y seguimos trabajando para que se apruebe un proyecto digno, despatologizante, que incluya a las personas trans migrantes y menores de edad, y cuyo trámite se perfeccione en sede administrativa.
Por el carné de identidad —y la transfobia social—, no tenemos empleos, ni acceso en igualdad de condiciones a la educación formal y la atención en salud.
Por supuesto, mientras no se apruebe el proyecto no nos quedamos de brazos cruzados, y por eso buscamos incidir también en los diversos espacios donde se juega el concreto ejercicio de nuestros derechos. Así es como hemos acudido —y seguiremos acudiendo— a los servicios de salud, las escuelas y liceos, las distintas reparticiones del Estado, las empresas, etcétera, para mediar ante casos de discriminación y capacitar en materia de diversidad de género y trato digno para las personas trans.
La Circular N.° 21 del Ministerio de Salud —que prescribe el uso del nombre social de las personas trans en los servicios clínicos—, el protocolo de salud trans del Servicio de Salud Talcahuano—, y el contrato colectivo logrado por el sindicato SINTRAC —que es el primer fruto de negociación colectiva que avanza en reconocimiento de y protección a trabajadores trans— son ejemplos de lo que se puede lograr mediante la organización política de las personas trans. Por supuesto, sabemos que queda mucho por recorrer, y que en muchos sitios estos logros aún no se han llevado a la realidad, y por ello es que no bajamos los brazos.
Nuestras siglas relatan, en gerundio, lo que hacemos: Organizando Trans Diversidades. El principal derecho que defendemos es el derecho a existir, en completa libertad y autoderminación respecto de nuestros cuerpos y nuestras identidades. Venimos a decir que no hay solo dos formas posible de ser persona, sino infinitas. Venimos a decir que no estamos enfermes; que nuestros derechos no se negocian; que nosotres (y no la Medicina) decidimos si queremos tomar hormonas o no, operarnos o no; que nosotres (y no el Estado) decidimos si queremos ser mujeres o no, ser hombres o no, ser ambes, no ser ningune, cambiar a diario o según cómo nos dé la gana en el momento. Venimos a decir que el género, tal como se lo conoce hoy —como un binario rígido e implacable—, es una construcción social y cultural, no una determinación biológica, y que por lo tanto está en nuestras manos el darle el destino que queramos para que todes podamos ser.
Somos mujeres cuestionadas por nuestros rasgos, muchachos excluidos por tener pechos abultados, cabres chiques forzades por la familia a vestirnos de un modo distinto al que desearíamos, a jugar escondides, a soñar en silencio. Somos quienes enfrentamos preguntas indiscretas todos los días, acerca de nuestros genitales, nuestras prácticas sexuales, nuestra imagen corporal. Somos quienes nos tenemos que acostumbrar a pasar piola allá y a liberarnos acá, dependiendo de si está o no en peligro nuestro bienestar y nuestra seguridad. Somos hombres con vaginas, personas de género escurridizo e inclasificable, mujeres con barba, camionas al extremo, maricones desamparadas, travestis callejeras, estudiantes, sindicalistas, cesantes, profes, activistas, profesionales, analfabetes, mapuches, mujeres golpeadas y asesinadas por el odio.
Seguimos organizando trans diversidades para que llegue el día en que no tengamos que tener miedo de soñar en voz alta.
Muchas gracias.