Cinco médiques que, por diferentes razones, se han acercado al tema transgénero comparten sus experiencias sobre cómo es y debería ser el acceso a la salud de las personas trans. Unos abogan por la total despatologización de las identidades, otros por contar con certificados que avalen la identidad para evitar daños.
Elles, desde sus diferentes frentes, comparten la formación médica y reconocen que nunca han visto un caso de “arrepentimiento”. Todos han trabajado por el derecho a la salud y el reconocimiento de las personas trans, sin embargo, aún no existe consenso en cómo debe participar la medicina en la vida de elles. Los psiquiatras Ricardo Aguayo y Rodrigo Sierra, le médique general Javi, el médico de familia Camilo Bass y el endocrinólogo Enzo Devoto cuentan sus experiencias.
Formación autodidacta
El psiquiatra Ricardo Aguayo trabaja de manera autónoma en su consulta y por su interés en la diversidad se acercó al tema. Entrega certificados que acreditan la identidad trans para que las personas puedan acceder a tratamientos médicos. Su trabajo independiente y autodidacta le ha permitido participar en congresos y comités científicos.
Le medique Javi es una persona trans no binaria, que ha reconocido su identidad y, conociendo el mundo médico, expresa su opinión sobre cómo es tratada la diversidad de géneros en la formación de pregrado.
Camilo Bass, médico de familia y vicepresidente del Colegio Médico Metropolitano, fue parte del primer programa trans del Consultorio Nº 1 de Santiago, a cargo del Servicio de Salud Metropolitano Central, que se creó en 2008 y duró dos años. Allí, junto a una psicóloga, fue parte de un piloto por el que pasaron cerca de 50 personas trans, a quienes derivaron a las especialidades que necesitaban para modificar sus expresiones de género.
El endocrinólogo Enzo Devoto se interesó en el tema en los años 70´ y desde esa época conoce y trata a personas trans que requieren terapia de reemplazo hormonal. Ha visto la evolución del reconocimiento de la identidad, de los términos y hoy, ya retirado de la salud pública, sigue atendiendo a usuaries de manera particular.
El psiquiatra infanto juvenil, Rodrigo Sierra, trabaja en el centro de atención Espacio Seguro e hizo parte de su especialización en el Ackerman Institute de Nueva York donde pudo conocer una atención integral hacia personas transgénero, aunque su sensibilización con el tema comenzó al participar en organizaciones de la sociedad civil de diversidad de género y sexual.
Prácticamente todes coinciden en que la formación de las escuelas de medicina es nula entorno al tema de la diversidad de género. Javi, quien es le más reciente egresade de la carrera, explica que en su escuela la sexualidad prácticamente se reduce al tratamiento de las enfermedades venéreas y que suelen ser los centros de estudiantes quienes toman estos temas y los socializan.
“La enseñanza de medicina es muy heteronormada, siempre se asume que la pareja de una mujer es un hombre y casi todas las preguntas son orientadas hacia allá”, explica. La experiencia de Camilo en la Universidad de Concepción, tampoco fue muy diferente, cuando asumió como médico del programa piloto tuvo que recurrir a sus apuntes de pregrado y encontró un párrafo en un texto de más de 250 páginas.
Lo mismo le pasó a Ricardo y Enzo, quienes sí tienen años de experiencia atendiendo a personas trans. “La enseñanza de sexología en medicina ha sido muy mala y sigue siendo muy mala”, explica el endocrinólogo, quien cita estudios que demuestran que sólo el 5% de los médicos ha escuchado la palabra transgénero y casi nadie ha tenido la oportunidad, durante su formación, de conocer una persona trans.
Por su parte, a Rodrigo colegas de otras especialidades le han rechazado certificados de personas trans porque no se ajustan a lo que el/la profesional cree debe ser su labor médica. “Si ya en psiquiatría hay poca conciencia del rol político y social que tiene la especialidad, en otras especialidades no hay nada”, explica.
¿Se puede diagnosticar una identidad de género?
Les médiques están acostumbrades a buscar patologías, es la única manera en que pueden ejercer su profesión y ayudar a sanar a una persona. Sin embargo, en el caso de las personas trans no hay nada que sanar, pero si requieren prestaciones médicas y un tratamiento equitativo de atención.
Todes les médiques entrevistades están de acuerdo en que no es una patología, sin embargo, tienen matices sobre cómo reconocer una identidad trans y cómo abrir los caminos para que se acceda a tratamientos hormonales. Desde su vivencia trans, Javi aboga por un acompañamiento psicológico o psiquiátrico voluntario, sin certificación, para que una persona pueda acceder a prestaciones médicas para cambiar su apariencia conforme a su expresión de género. Por ejemplo, si su transición es hacia lo masculino, pueda hormonarse con testosterona.
Camilo cree en un modelo de atención centrado en la despatologización de la identidad resguardando el acceso a la salud. Propone un cambio de paradigma donde cada persona tenga une médique de cabecera, que conozca su historial de salud, y que si la persona tiene una identidad trans, éste profesional le asegure el acceso a tratamientos de las especialidades correspondientes. Aunque reconoce que es un ideal lejano a la realidad de Chile.
Rodrigo niega totalmente la posibilidad de diagnóstico. “No me hace ningún sentido porque tampoco diagnóstico identidades cisgénero”. El psiquiatra Ricardo Aguayo es más cauto y prefiere cerciorarse de la identidad, especialmente en menores de 18 años. “Por protección del niño sería importante que hubiera la opinión de un especialista. El punto es que los profesionales que están capacitados para eso son super pocos”, afirma. “Necesitamos profesionales que se aseguren que todo va al ritmo que necesita el adolescente o el niño y no al que necesita la familia, los padres, las organizaciones, el colegio o el equipo de salud”.
Enzo es partidario de pedir certificados, especialmente para descartar alguna patología que no tenga que ver con la identidad. “Se debe descartar que personas con trastorno mental se creen trans producto de su enfermedad sean diagnosticados y tratados. Si alguno de ellos es simultáneamente trans y tiene dicha patología mental, una vez tratado por el psiquiatra y autorizado por él, no tengo problemas en iniciar el tratamiento hormonal a la persona que lo solicita”, explica. Sin embargo, reconoce que ésta debe hacerse sin vejaciones como sucedía en el pasado. Afirma que nadie puede cambiar la identidad trans porque es algo natural.
La solicitud de certificados es algo que cuestiona Rodrigo. “No tiene un asidero real porque las atenciones debieran ser mucho más integrales en todas las especialidades. Muchos colegas te dicen yo no tengo formación en esto, entonces a mi el cuestionamiento que me surge es por qué no les hace ruido. Entiendo que tu formación, tu especialidad, no lo incluya, pero cuando te encuentras con algo que no sabes lo estudias. Además es claro que no existe ninguna patología psiquiátrica que le pueda hacer creer a alguien que es o no transgénero”.
Propone que en el caso de les niñes, el acompañamiento profesional debe hacerse desde un enfoque integral para asegurarle un entorno seguro.
¿Cómo avanzar?
Para Ricardo es fundamental el reconocimiento de la identidad, especialmente en adolescentes pues es una población vulnerable y con altas tasas de intento de suicidio. Propone cuestionar el funcionamiento del género e ir hacia posturas menos binarias.
“Lo que está probado es que rechazar a una persona trans genera daño”, afirma. Por lo que llama a sus colegas a ser cautos, “en el principio médico de no dañar, lo que yo veo es que muchos profesionales por desconocimiento dañan al poner dificultades”.
Les cinco coinciden en que es necesario informarse y educarse en el tema. “Si hay un especialista que no sabe, igual puede tratar a la gente humanamente”, explica Enzo, “no todo es biología, mucho es humanidad y sentido social”.
Para Javi, como persona trans y parte del gremio, es importante ser respetuoses. “Por ejemplo el tema de la genitalidad, muchos preguntan si se han hecho una vaginoplastia o faloplastia. Intenten tratar de no preguntar esas cosas a menos que sea totalmente necesario porque eso puede arruinarle el día a una persona”.
“Traten de escuchar más que a los supuestos expertos en personas trans y ver testimonios”, indica. Un práctica que fue una buena escuela para Camilo, quien sostiene que todes les trabajadores de la salud debieran estar capacitados para atender personas trans.
Finalmente, Rodrigo pide a sus colegas de las diferentes especialidades ir hacia una empatía real. “Cuando uno comprende la historia y que ha habido espacio para las personas que están fuera del binario sexo género, va comprendiendo el derecho, la no patologización aparece como algo natural y no como un cuestionamiento teórico”.
Texto: Cristina Soto Quiroz