En la discusión por la Ley de Identidad de Género se han citado muchos estudios a favor o en contra del reconocimiento de la identidad trans. A pesar de que su existencia es innegable, para muches es importante contar con cifras e investigaciones que validen el entregar derechos que le han sido negados a una comunidad históricamente postergada en nuestro país. Pero ¿qué hay detrás de estos estudios? ¿No hay ideología alguna detrás de ellos? Según el antropólogo de la Universidad de Rice en Houston, Texas, Baird Campbell, toda investigación es política.
Por ejemplo, el estudio “A Follow-Up Study of Girls With Gender Identity Disorder” (1) publicado en 2008 utilizó una muestra que contenía un porcentaje desproporcionado de niñes que presentaban alguna “desviación de género”, o sea que mostraba conductas que no correspondían a lo que culturalmente se le permite hacer a una niña o un niño, algo que el mismo autor reconoció. Cabe destacar que el género es una construcción social que cada vez aceptamos más como una parte constitutiva del ser que no es estática, ni biológicamente asignada.
En el estudio “Desisting and persisting gender dysphoria after childhood: A qualitative follow-up study” (2) del 2011 se asume que cualquier niñe que abandonó la investigación desistió de su transición, o sea el 45,3% de la muestra total. En éste además no se detallan los “tratamientos” a los que accedieron les niñes, mientras que la edad promedio de socialización de su identidad es a los 42 años, por lo que no es posible afirmar si ése arrepentimiento persistió.
Por otro lado, en el “Mental Health and Self-Worth in Socially Transitioned Transgender Youth” (3) de 2017, sus investigadores demostraron que el apoyo familiar y la transición a temprana edad mejoran de forma estadísticamente significativa los niveles de depresión y ansiedad de les niñes trans, lo que sin lugar a dudas reconoce la infancia trans y las consecuencias positivas de hacerlo.
Para el candidato a doctor de la Universidad de Rice e investigador afiliado de la Universidad Católica de Chile, es importante interrogar estos estudios. “La gente tiene una relación poco cuestionada con estas investigaciones, especialmente respecto a las cifras y cuando vienen de países del norte”.
Campbell, que lleva más de cinco años como activista y colaborador del movimiento trans en Chile, afirma que los números si se pueden manipular. “La ciencia no es objetiva, sobre todo en estos estudios. Hay que vigilar las investigaciones que no tienen una metodología clara y cuyos resultados nos parezcan muy extremos”. Por ejemplo, cuando se comienzan a usar porcentajes muy altos para demostrar algo. “Hay que cuestionar cuando la realidad está muy polarizada”, afirma.
Además de lo anterior es necesario considerar la metodología del análisis de datos, pues cada académique tiene sus propios sesgos. Campbell ha analizado en profundidad estas publicaciones e indica que la mayoría no transparenta la manera en que se llegó a estos resultados.
Finalmente, destaca la importancia de los estudios cualitativos, pero sin desmerecer el aporte que pueden hacer los cuantitativos. “Desde las ciencias sociales estamos tendiendo a hacer estudios mixtos, cuyas cifras nos dan ideas generales, pero la reflexión viene de métodos cualitativos como las entrevistas o los focus group”.
(1) Drummond, Kelley D, Susan J Bradley, Michele Peterson-Badali, and Kenneth J Zucker. 2008. “A Follow-Up Study of Girls With Gender Identity Disorder”. Developmental Psychology. 44 (1): 34
(2) Steensma, Thomas D., Roeline Biemond, Fijgje de Boer, and Peggy T. Cohen-Kettenis. 2011. “Desisting and persisting gender dysphoria after childhood: A qualitative follow-up study”. Clinical Child Psychology and Psychiatry. 16 (4): 499-516.
(3) Durwood, Lily, Katie A. McLaughlin, and Kristina R. Olson. 2017. “Mental Health and Self-Worth in Socially Transitioned Transgender Youth”. Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry. 56 (2): 116-123.e2.