Muchas organizaciones, autoridades, activistas y personajes públicos se han manifestado a favor de una nueva constitución con paridad de género, entendiéndose esto como la posibilidad de cupos segregados entre hombres y mujeres. Como siempre, en el ala política más conservadora esto sería una aberración dados sus históricos privilegios que les han mantenido en una burbuja social de élite, muy lejana a las realidades y violencias que afectan a la mayoría de personas que vivimos en Chile.
En el movimiento social la idea va cobrando fuerza con argumentos como que las mujeres son la mitad de la población y la histórica discriminación que han sufrido, lo que las ha mantenido excluidas de puestos de poder a lo largo de la historia.
Sin embargo, el debate sobre las cuotas de género en el siglo 21 no es tan sencillo como lo podría haber sido antes, donde solo había un reconocimiento social y legal al binario de género o la idea de que solo existen hombres y mujeres. Hablar de paridad de género o igualdad de género, se ha construido desde la academia, legislación y políticas públicas como la idea de una intervención estatal para igualar las condiciones de las mujeres cisgénero a las de los hombres cisgénero y garantizar así un acceso lo más igualitario posible al poder y a los derechos en general. Con la posibilidad de que las personas transgénero que legalmente sean reconocidas dentro de la dicotomía hombre/mujer, puedan acceder por anexión a ese tipo de igualdad de género. Pero este debate sigue siendo profundamente binarista y omitiendo la existencia de personas de otros géneros, como las personas no binarias, género fluido, travestis y categorías específicas de pueblos que tienen más de dos géneros (Hijras, Two-spirit, Muxes, entre otras).
Si apelamos a una igualdad de género realmente aterrizada a la realidad del siglo 21, sería una igualdad inclusiva de todos los géneros o por lo menos con un debate que no haga omisión a priori de las identidades que están fuera de la hegemonía hombre/mujer. Lamento mucho si hay personas a las que esta idea les puede parecer absurda o innecesaria en momentos en que se lucha por el reconocimiento de las mujeres (cis y trans) como sujetas de derechos y apelando a vocerías completamente necesarias para una nueva constitución representativa y efectiva a favor de los derechos de las personas. No creo que esto se trate de una competencia por subirse a un tren y quién corre más rápido o quién tiene más personas de su equipo corriendo en la línea, gana. Muy por el contrario, la idea de una competencia por la representatividad me suena completamente anti sorora y basada en principios del sistema patriarcal y neoliberal que tanto se critica.
Michel Riquelme, activista transfeminista, no binario. Fotografía de su archivo.
Como persona transgénero no binaria, bien sé que en estos momentos somos minoría en la sociedad chilena. Ni siquiera existimos en los registros del Estado y la ley de identidad de género nos excluyó a propósito por solicitud de la derecha parlamentaria a cambio de aprobar la ley. Por ende, la representatividad que podamos tener ante el Estado es prácticamente nula. Esta invisibilidad sería menos infame si por lo menos tuviéramos el reconocimiento de otros movimientos sociales pero ese reconocimiento tampoco está puesto en el debate.
Las luchas sociales en temas de género son siempre interseccionales aunque a veces no lo podamos ver porque la idea de género que tenemos sigue siendo binaria y basada en las apariencias.
Sin desmerecer la propia lucha de las mujeres cisgénero, hubo hombres cisgénero que las apoyaron para que tuvieran derechos en las leyes y llegaran a puestos de poder. De igual manera mujeres cisgénero feministas que apoyaron a hombres cisgénero homosexuales para que lograran la revolución gay, también mujeres cisgénero lesbianas apoyaron en su momento a mujeres cisgénero heterosexuales en la lucha por el aborto. Hubo personas transgénero, que mientras vivían como cisgénero apoyaron el movimiento lésbico y homosexual. Además de personas cisgénero que apoyaron a las personas transgénero para que lográramos una ley de identidad y un reconocimiento.
Las luchas sociales en temas de género son siempre interseccionales aunque a veces no lo podamos ver porque la idea de género que tenemos sigue siendo binaria y basada en las apariencias. Deseo profundamente que las mujeres logren un reconocimiento específico en la nueva constitución y sean sus propias voceras en materias que deben serlo como al mismo tiempo que las personas no binarias también tengamos el derecho a esa representatividad de género y otros movimientos sociales logren comprender el porqué y nos apoyen.
Michel Riquelme
Activista trans no binarie
Glosario
Cisgénero: Persona que se identifica con el género que le asignaron al nacer.
Transgénero: Persona que no se identifica con el género que le asignaron al nacer y hace un tránsito de género hacia lo masculino (hombre trans) hacia lo femenino (mujer trans) o hacia una identidad ni femenina ni masculina (trans no binarie).
Género fluido: Persona que no queda con una sola identidad de género. Puede transitar entre hombre, mujer y no binarie frecuentemente.
Travesti: Identidad femenina que no se identifica necesariamente como mujer.
Muxe: En México, se refiere a una persona nacida con genitales masculinos que asume roles femeninos en cualquiera de los ámbitos social, sexual y/o personal.
Hijra: En la cultura del subcontinente indio, el término hijra define a personas de un tercer género.
Two-spirit: En pueblos originarios de América del Norte, personas con dos espíritus que ocupan un cuerpo. Tienen distintos papeles sociales y géneros en sus tribus.
