Escrito por Jane Chambers.
“Vivo en un vecindario peligroso y hay vendedores de drogas en nuestro edificio. Fui donde ellos y les dije que mi hijo iba a empezar a vestirse como mujer y que esperaba que me apoyaran y hablaran con sus hijos, así no molestarían a mi hijo”, recuerda Jacqueline.
“Para mi sorpresa todos fueron fantásticos. Me felicitaron por mi valentía y nunca tuve ningún tipo de problemas con ellos”, dice Jaqueline riendo mientras que recordaba el momento en que su hijo se convertiría en Sofía.
Pero no todo ha sido fácil para Jacqueline y Sofía de 8 años.
No es mi nombre
Chile es un país socialmente conservador, las personas transgéneros que quieren cambiar su nombre deben pasar por un proceso largo que puede tomar años en completarse.
Grupos que velan por los derechos de las personas transgéneros dicen que es un proceso humillante que pide informes de psicólogos, psiquiatras y, además, fotos de elles desnudes que prueben el sexo con el que nacieron.
Daniela Vega, es una de las personas que no ha podido completar el proceso legal, es una actriz chilena que ha hecho historia al convertirse en la primera persona transgénero en presentar un premio en la ceremonia de los Oscars.
Al hablar en una conferencia de prensa después de la ceremonia, Daniela se quejó que en Chile “tengo un nombre en mi cédula de identidad que no es mi nombre”.
La ley de identidad de género, que permitiría a las personas trans identificarse con los nombres elegidos en vez de sus nombres asignados, está siendo debatida actualmente en el congreso.
Tiene el respaldo del presidente Sebastián Piñera y podría lograr que en la oficina de registro civil el proceso de cambiar tu sexo y nombre en la cédula de identidad sea más rápido.
Pero los detalles siguen en discusión incluyendo cual será la edad mínima.
“Crecer aquí es una tortura”
Les activistas trans quieren que les niñes de 14 años se les permita cambiar su nombre con el consentimiento de ambos padres y el apoyo de psicólogos.
Jacqueline argumenta que el rango de edad debería ser menor, que sea a partir de los 10.
“Crecer aquí es una tortura para elles”, ella habla acerca de les niñes transgéneros, mientras observa en un banco en el parque a Sofía y a su hermana jugar.
Ella dice que estaba claro desde el principio que Sofía, a quien llamaron Vicente para entonces, quería ser niña.
“A penas pudo caminar, él se llevaba los vestidos de su hermana y se los ponía. Siempre prefirió jugar con los juguetes de su hermana en vez de los suyos”, recuerda.
Vicente odiaba su primera escuela, donde los niños lo marginaban debido a que a él no le gustaba jugar fútbol y quería jugar con muñecas.
“Él odiaba ir a la peluquería, lloraba y tenía dolores de estómago”, recuerda.
“Vicente decía: ¿Por qué me haces esto?, sabes que todo lo que quiero es dejar que mi cabello crezca y hacerme trenzas”, dice Jacqueline.
Al principio Jacqueline y su esposo pensaban que su hijo era gay, pero después de ver en televisión un documental acerca de niñes trans la llevaron a ver muchos psicólogos que eventualmente confirmaron que ella era transgénero.
Cuando Vicente tenía 7 años, la pareja decidió que, por su felicidad, le dejarían vivir como una niña.
A partir de entonces, permitieron que Vicente dejara crecer su cabello, usar ropa de mujer y llamarse Sofía.
Pero no todo el mundo fue comprensivo, dice Jacqueline, y la cédula de identidad de Sofía aun lleva el nombre de Vicente y la identifica como un chico, lo que ha creado problemas.
“En un centro de salud un doctor dijo: ¿Qué es esto?, ¿es un niño o una niña? Y yo le dije ¡Es una niña! El doctor miró la cédula de identidad y dijo: ¡Pero aquí dice que es un niño!”, recuerda.
“Yo le dije que por favor no me volviera a preguntar frente a ella de nuevo. El doctor me miró como si yo estuviera loca y me dijo “como gustes” en un tono de voz muy sarcástico”
Reacción
Jacqueline y padres en su situación quieren prevenir que sus niñes pasen por ese tipo de experiencias e intentan ayudar a las personas a entender porque este es un tema tan importante.
Pero hay políticos conservadores y grupos religiosos trabajando arduamente para que el proyecto de ley se detenga.
El jefe de la iglesia católica de Chile, el cardenal Ricardo Ezzati, dijo que les niñes no deben ser capaces de cambiar sus nombres y sexo en su cédula de identidad argumentando que “un gato no se convertirá en un perro solo porque le doy el nombre de un perro”.
Sus comentarios provocaron indignación, pero todavía hay una sección de la sociedad chilena que lo apoya.
Jacqueline cambió a Sofía de una escuela estrictamente católica a una nueva escuela donde los profesores son más comprensivos. La familia decidió no decirles a los niños ni tampoco a sus padres que Sofía es transgénero para que no la molestaran.
“Es mucho mejor que mi otra escuela”, dice Sofía. “Disfruto jugar con unicornios, usar vestidos y hacer gimnasia”.
Jacqueline y otras personas de la comunidad transgénero esperan que las leyes en Chile cambien para que Sofía y otres niñes como ella puedan seguir disfrutando sus vidas.