(Santiago de Chile, 10 de junio de 2020).- Mi nombre es Fernando Javier Ojeda Bastardo, soy un hombre trans venezolano y resido desde hace 4 años en la ciudad de Santiago. Los motivos de mi carta son la protesta y reclamo por los derechos básicos que como persona merezco en cualquier parte del mundo. Esperando pueda significar un llamado a hacer voluntades y cambiar el contexto por el que pasamos muchas personas trans, migrantes y venezolanas en este y muchos contextos.
El día de ayer, 9 de junio de 2020, como muchos días desde que comenzó la pandemia del Covid-19, salí de mi lugar de trabajo y tal cual como sucede con todes fui objetivo de fiscalización por encontrarse en cuarentena la región donde vivo. Hasta este punto, con mis permisos y salvoconductos en regla todo debía estar bien. Debió haber sido un control más. Pero como persona trans, migrante y venezolana no fue así. Mi carnet de identidad, salvoconductos, pasaporte y documentos legales NO ME IDENTIFICAN. Pues tienen un género y un nombre que hace 4 años por autonomía y decisión propia dejé de usar. Por convicción y felicidad vivo diariamente como me siento. Entonces, naturalmente me sentí aterrado al verme envuelto en este control de identidad.
Ni mis años de empoderamiento ni mis luchas como activista me prepararon para ese momento en el que el funcionario a cargo, en una micro ya saturada de personas, dijera a viva voz con su voz de autoridad, un nombre y un género que no son los míos, frente a la sobre reacción de este funcionario por no entender que pasaba, lo mejor para este sería repetirlo varias veces y preguntarme si era este mi carnet. De donde pude, saque la voz y sólo dije, no he podido cambiar mi nombre pues soy venezolano. Luego de reforzarme su autoridad diciéndome “Seguro caballero o dama o tendré que llevarlo a verificar”. Tuve que decir, “sí, caballero este es mi carnet y ese es el nombre que tengo”. Con el estómago como nudo de soga, finalmente me pidió que le diera espacio para pasar y concluir el operativo. No sé si deba decir que afortunadamente no fue peor porque no debería sentir culpa de mi existencia. Y así como algo que es rutinario para muchas personas, hoy se ha convertido en algo indignante y aterrador para mí. Y esto no es justo.
No es justo que yo haya emigrado de Venezuela con documentos que no respalden mi identidad, porque los DD.HH de las personas trans no existen, están atrapados entre burocracia, corrupción y acuerdos políticos. No es digno, que para poder acogerme a la ley que protege mis derechos en el país donde ahora resido, deba pagar tramites corruptos por una apostilla en mis documentos. Creyendo que obteniendo mi residencia definitiva como extranjero alcanzaría el equilibrio entre los deberes que me exige Chile y los derechos que obtengo.
En Chile sí, existe una insuficiente Ley de Identidad de Género. Incongruente con las políticas migratorias. Me he preguntado siempre ¿Qué otro obstáculo a parte de la voluntad tendría un estado para acoger a sus migrantes trans con el derecho a la identidad? Pero esta realidad se repite día a día, con muchas personas trans en casi todos los territorios y la pasamos peor sólo por ser trans.
No es mi deber educar, contar mi vida, exponerme. Pero ya estoy cansado, ahora cada mañana al salir de casa serán aterradoras. Tendré que lidiar con estas o peores situaciones por haber decidido ser quien realmente soy.
Exijo, a cada persona que tenga en sus manos cambiar esta realidad que lo haga. Aunque no quisiera decirlo, no todas las personas podemos soportar este tipo de circunstancias. Y que el mundo y la sociedad sea mejor depende de todes.
Reclamo a los Estados de Venezuela y Chile, voluntad y trabajo real por los DD.HH de las personas trans en sus territorios. Adecuando sus políticas a ser equitativas y a otorgarnos la mayor dignidad posible.
A cada persona trans, migrante y venezolana que pueda leer esto, espero que puedas encontrar la fuerza para levantarte de cada situación adversa y que logremos transformarla desde nuestras realidades. Nunca te rindas, yo sigo de pie. Muches seguimos en pie.
LAS VIDAS TRANS MIGRANTES IMPORTAN.
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