La ley de identidad de género (LIG) fue presentada el 7 de mayo de 2013, día en que el actual vicepresidente de OTD Chile, Franco Fuica, entre otras personas, materializaron el trabajo de instalar la identidad de género como un derecho que debía ser reconocido en la legislatura nacional.
El primer gran hito fue incorporar en la ley antidiscriminación (Ley 20.609), más conocida como Ley Zamudio, el concepto identidad de género. “Sólo estaba orientación sexual y les parlamentaries nos decían que eso también incluía a las personas trans”, indica Franco, una situación conceptual que aún no puede decirse que esté superada.
Para lograr que se considerara en esta norma la identidad de género se necesitaba la firma de 10 senadores. “Fui un mes completo a hablar con senadores que me decían mira qué interesante, lo voy a ver, yo creo que está contenido en orientación sexual, creo que es complejo hacerle cambios ahora, etcétera. La primera persona que firmó fue Camilo Escalona. Después le pedimos a Pablo Simonetti que nos acompañara, entramos al Congreso y la gente se le tiraba encima. Él les pedía la firma y firmaban al tiro, era como vender rifa con un buen premio. Ése día logramos 12 firmas, finalmente juntamos 14. En ése momento fue el logro histórico más importante para la comunidad”, relata.
Con la identidad de género ya considerada, venía el paso de crear una Ley que resguarde los derechos de todes les trans. Se tardaron más o menos un año en redactar una propuesta que incluía a les niñes y adolescentes, pero que media hora antes de su presentación se ven obligades a sacar. La senadora Lily Pérez, una de las cinco patrocinadoras, les indicó que si les incluían el proyecto no ingresaría.
Finalmente, el documento es presentado y avanza en su tramitación en el Senado, luego pasa a la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputades y el 23 de enero pasado es aprobado por el pleno. Ahora está pendiente su ingreso a la Comisión de Derechos Humanos del Senado, quienes de aprobar el texto lo envían a la Cámara alta y de rechazarlo deben conformar una comisión mixta.
Franco reconoce que lo más difíciles de estos casi 5 años de trabajo ha sido tender puentes entre las organizaciones y llegar a acuerdos. “En OTD tenemos recursos y podríamos trabajar soles, pero igual queremos saber lo que les demás piensan y llegar a acuerdos. De los políticos no puedes esperar mucho, no entienden cómo es vivir en un género que no te representa, pero el ego de muches activistas es difícil de manejar. Yo esperaba que tuviéramos una visión de equipo”, comenta.
Lo que se avanzó en estos últimos 2 meses no se logró en años, situación que se puede atribuir a la resistencia de les parlamentaries a incluir a les menores de 18 años. “El mayor problema está en los niñitos, como me han dicho algunos diputados y senadores, porque asumen que acá hay un cambio de género y no un reconocimiento del género que siempre has tenido”.
Franco no duda que esta última celeridad del Ejecutivo fue porque la LIG se sacrificó por otros proyectos de índole valórica, como el aborto en tres causales, además por el hecho que muches apoyan la normativa, pero no públicamente. “La influencia de grupos conservadores limita mucho el actuar de algunes parlamentaries”, dice. Sin embargo, rescata el trabajo de las diputadas Camila Vallejo y Karol Cariola, quienes desde una militancia feminista han comprendido y apoyado la causa, así como del diputado Sergio Espejo, quién estudió y defendió los derechos de la comunidad como pocos.
Del documento aprobado por la Cámara rescata especialmente los principios que hacen mención al derecho a la identidad y el resguardo de la expresión de género. Además que existen nuevos antecedentes que respaldan la necesidad de contar con esta normativa, como la opinión consultiva de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el oficio de la Corte Suprema que reconoce la autonomía progresiva de les adolescentes para decidir sobre su identidad, así como el apoyo y preocupación de la Presidenta Michelle Bachelet de incluirles en la Ley. El gran enemigo es el tiempo.
Este último factor influye muchísimo en el futuro del proyecto. Por ejemplo, si les senadores hubiesen trabajado los últimos tres días de enero es probable que ahora sabríamos si hay o no comisión mixta. Lo mismo pasa con los primeros días de marzo en que no sesionarán. Por lo tanto, sabiendo que la LIG no es prioridad para el próximo gobierno de Sebastián Piñera, los tiempos no calzan para dejarlo aprobado durante esta legislatura.
“Tenemos esos dos escenarios, que se apruebe y queden fuera les niñes, que sería un avance, pero no es lo que las comunidades queremos, de hecho queremos más que esa ley”, precisa.
¿Que van a decirle a les niñes si se quedan fuera?
Vamos a tener que explicarles que hicimos todo lo posible, pero que no todo depende de nosotres y que les adultes que están en el Senado piensan que al reconocerles sus derechos les están haciendo un daño.
¿Qué llamado le haces a les senadores?
Que se abran a escuchar a la gente sin desconfianza, que intenten empatizar y vean el inmenso daño en salud mental que significa la ausencia de reconocimiento. Además que entiendan que ellos tienen una identidad de género que se les reconoce, pero hay unas personas que no tienen ése derecho.
Vida activista
Franco estudió pedagogía en educación básica en la Universidad de Los Lagos de Osorno, su ciudad natal. Allí siendo dirigente estudiantil anunció su transición de género en el diario, situación que propició un revuelo social que le llevó a disputar la Federación de estudiantes como una de las primeras personas que asume su identidad públicamente en un cargo de representación.
Después de varios episodios de discriminación, se asume como activista trans y comienza un trabajo político que se ha interrumpido por algunos años, pero que hoy está más vivo que nunca. “Cuando decidí ser activista trans y no profesor, supe que probablemente iba a tener menos plata, trabajar más, pero era algo que quizá nadie quería hacer y yo si”.
El trabajo pionero en abrir el tema en espacios de poder ha sido un ejercicio de paciencia y serenidad que le ha permitido no escuchar cuando, por ejemplo, grupos transfobicos tienen cabida en una comisión de Derechos Humanos. “Si sólo pensara en mi no me importaría la Ley de Identidad de Género porque yo ya cambié mi nombre, mi género y nunca me mandaron al Servicio Médico Legal, pero me siento llamado a trabajar por mi comunidad y a usar las herramientas que he ido adquiriendo en la vida.”, indica.