En gran parte del mundo iniciamos el mes del Orgullo y en Chile el presidente de la República Gabriel Boric, da la cuenta pública de gestión de su Gobierno. Habló sin parar por tres horas y media, y en relación a las comunidades disidentes sexogenéricas dijo: “Seguimos profundamente convencidos de la necesidad de avanzar hacia un país que ofrezca más libertades, que practique la solidaridad para cuidar a los más necesitados, que a la vez que promueve el crecimiento, distribuya de manera justa la riqueza que genera, que se relaciona de una manera sustentable y respetuosa con la naturaleza, que defiende las diversidades y enfrenta con firmeza la homofobia, y que no relativiza los crímenes del pasado.” Y nada más. De las 27 mil palabras que dijo, no hubo ningún anuncio, avance, ni compromiso en relación a lo ofrecido en su programa de gobierno para las diversidades. Es decir, es un gobierno que defenderá las diversidades con firmeza, pero que no hará nada público porque el Arcoíris es demasiado colorinche, para un gobierno que se decía multicolor, pero se ve hoy, bien amarillo.
Entendemos que fue un duro golpe el “rechazo” a la reciente propuesta constitucional, y que ha sido una nueva cachetada la reciente elección de convencionales. Mirando hacia el futuro, buscando la supervivencia de las ideas jóvenes y progresistas, intentando adecuarse al nuevo voto obligatorio de personas sin educación cívica y política, sin opinión y que se dejan llevar por las ya conocidas campañas del terror y mentiras de la derecha, pero ¿esto debe ser a costa de esconder las demandas de derechos humanos de las personas de las diversidades y disidencias? No, y no solo votamos por Boric, para evitar la llegada al poder del odio que representa Kast, sino que también votamos para lograr concretar los cambios que nos urgen, con una perspectiva feminista y de cuidado. Cambios que tienen que ver con nuestra supervivencia frente al exterminio como comunidad, que nos garantizaba el programa de gobierno que hoy lastimosamente se esfuma.
Los cambios son tan necesarios y urgentes como NO SEGUIR MURIENDO, literalmente. Necesarios como tener un techo en invierno y no pernoctar en las calles a la intemperie y en espacios inseguros; así como poder transitar segures en las escuelas y trabajos; así como acceder a medicamentos y procedimientos de salud trans; como también tener leyes confiables para frenar la discriminación y que no salgan gratis las vulneraciones. Tan necesarios como crear en el Estado una institucionalidad que tenga capacidad de impulsar y ejecutar políticas públicas. Y de eso en la cuenta pública, nada.
El gobierno tiene demasiada confianza en que somos un botín de votos que no perderán, incluso si no hacen nada por nosotres, y que siempre estaremos ahí, porque los gobiernos de derecha no nos quieren, pero al final del día, ha sido la derecha la que ha promulgado nuestras leyes. Y la verdad, es que no tenemos muchas opciones, mientras observamos como se instalan las ideas de extrema derecha en la sociedad chilena, la comunidades diversas tenemos pesadillas pensando en el futuro que se nos viene encima.
Aún queda un poco más de dos años para que se acabe el gobierno de Boric, y aún nos queda esperanza, pero cada vez más mezclada con desesperación. Y las preguntas que nos asaltan son, ¿El gobierno cumplirá su programa y sus promesas, o seguirá jibarizado la agenda de derechos humanos LGBTI pensando en la reelección? ¿Boric seguirá tranzando con la derecha sin instalar con convicción y recursos la institucionalidad que necesitamos con urgencia para mitigar los efectos de la discriminación interseccional que nos azola?
Como dice nuestro presidente: Seguimos, pero nosotres seguimos esperando.