Así como no se puede normar el modo de andar o de hablar de una persona, tampoco se puede normar la identidad sexual, pues “constituye un aspecto básico de la identidad personal, en la medida que la sexualidad se halla presente en todas las manifestaciones de la personalidad del sujeto” (Elena Highton).
Cada día son más los NNA (niños/as y adolescentes) que no se identifican con el género asignado. Algunos quieren cambiar su fisonomía otros no, tampoco necesariamente odian su cuerpo, se sienten bien como están hasta que la sociedad se encarga de hacerlos padecer.
El padecimiento parte con el rechazo familiar, continúa en la escuela y en el barrio con el aislamiento, la mofa o la agresión directa; sigue con las exigencias culturales y la ausencia de políticas de inclusión en todos los ámbitos.
La realidad brutal y torturante que viven NNA trans, debe hacernos pensar dónde se sitúa el supuesto trastorno, en la sociedad o en la persona discriminada por el simple hecho de sentirse distinta y no encajar en la normativa que regula y controla los roles sociales.
La Ley de Identidad de Género que se tramita actualmente ha escuchado la voz de senadores y grupos que pretenden excluir a NNA de realizar su cambio registral de nombre y sexo, con argumentos que denotan un pobrísimo conocimiento de la realidad trans, patologizando con estudios poco transparentes y argumentando derechos parentales, como si el proceso de construcción identitaria fuera una opción definida por los padres y su educación.
La identidad es constitutiva del ser y la ley debe proteger la dignidad de ese ser. Nadie debe nunca pedir permiso a un juez o un médico para ser quién es.
Armando Escoffier
Secretario OTD Chile y papá activista